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lunes, 6 de febrero de 2012

Millones de mares


Estaba arruinado, no tenía más que dinero, pero qué desgracia!
Contemplaba los ojos vidriosos de la gente humedecerse al hablar de algo. Un sueño, un proyecto, un ser querido, un amor. Y no entendía. No entendía esas sonrisas que consideraba tan poco correctas cuando se colaban por doquier sin tener en cuenta donde ni cuándo. Muchas veces había probado a alquilar por horas las esperanzas, las ilusiones y las superaciones de la gente, y cayendo en la cuenta de la enormidad de emociones que podía albergar un ser humano, prefirió dejar a un lado esa idea. 
El primer día que la vio llevaba un foulard de seda al cuello y caminaba sobre unos tacones no muy altos, pero que hacían ruido al andar. Hacían tanto, tanto ruido, que los escuchaba por las noches cuando apagaba la luz. 
Comprendiendo cual era la inmensidad de aquello que se escondía tras los ojos que brillaban y las comisuras incendiadas, optó por dejarse caer como quien cae al agua en un mar eterno, 



5 opiniones:

eMiLiA dijo...

He ahí la clave que muchos no queremos ver: el corazón.
Bonito texto.

Abrazo!

Espérame en Siberia dijo...

Qué belleza de final para ese texto. Casi tan bello como lo eres tú, preciosa.
Gracias por tan bonito latido que me dejaste el otro día. Eres maravillosa.

Que seas inmensamente feliz. Te mando todo mi cariño :D

Alejandro Frías dijo...

jo, una vez más que bien escribes y que bonito... como me alegro que encontraras mi blog (el espigón) para encontrar yo este :-) sigue así, un saludo!

Raquel dijo...

Oye!!! me ha encantado. Como siempre un placer visitarte. Besos.

Abriendo Caminos dijo...

Que buen texto, sobre todo el fragmento que termina con la resaca que deja el dia despues de un concierto.

Saludos!

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